El pasado miércoles 3 de agosto el diario Expansión desplazó la mirada hacia el año 2046 para imaginar, de mano de los grandes ejecutivos a nivel nacional, cómo serán las ciudades de aquí a 30 años. El resultado; todos coinciden en afirmar que la inteligencia artificial y la robótica se habrán ganado un sitio en todas las etapas de nuestra vida.
Entre los directivos que se dieron cita en la entrevista futurista convocada para imaginar un futuro no muy lejano, nuestro director general, Emilio Rousaud, daba también su opinión en tanto a aquello que más domina; la energía eléctrica.
El Dir. General de Factorenergia, en cuanto al campo de la electricidad, concluía: “en 30 años, el 70% de la electricidad procederá de fuentes renovables” y añadía también que “se habrá impuesto el Internet de las Cosas, así que todos los dispositivos, incluidos los contadores eléctricos estarán interconectados”.
Las energías renovables están creciendo a un ritmo bastante acelerado, de modo que no es difícil imaginar que realmente, en tres décadas, el 70% de la electricidad que produzcamos provenga de fuentes renovables. En cuanto al Internet of Things (Internet de las Cosas), son muchos los sectores que empiezan a implementar esta tecnología, como la domótica o algunos electrodomésticos; entre ellos, los nuevos contadores eléctricos, que próximamente estarán instalados en todos los hogares, son un primer paso a la interconexión de estos aparatos.
Más adelante, los entrevistadores preguntaban por el papel de las nuevas tecnologías en la producción, a lo que Emilio daba su opinión señalando que «el grado de automatización será tan alto que prácticamente ya no requerirá la intervención humana» ya que – apuntaba- «la gente se dedicará a innovar y en las fábricas ya no habrá personas, sino máquinas fabricando cosas». «Habrá que implantar una renta universal ya que mucha gente no encontrará trabajo y necesitaremos que consuma», dijo Rousaud.
Parece que los expertos coinciden en que la mano humana será progresivamente más prescindible. Todo apunta, pues, a la automatización de los procesos hasta el punto que solo seamos necesarios para programar a las máquinas que fabricarán lo que nosotros, los humanos, diseñemos. Llegados a ese punto, puede no encontrarse en un futuro muy lejano esta renta universal que prevé Emilio Rousaud; necesaria en un mundo cercano en el que el ser humano dependa totalmente de la máquina.
